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sábado, 2 de mayo de 2015

La maldición


Maldigo el día en que no me queden fuerzas
para seguir queriendo gritar
para seguir buscándome
para escribir
o planear otro vuelo sin motor
en el que poder planearte.

Maldigo el día en que no sepa marcharme a tiempo
si la soledad vuelve para bailar conmigo
o vacíe mis bolsillos al llegar a casa
y no me queden tickets para otro paseo en tus orillas.

Maldigo el día en que tenga las manos tan ocupadas
que no pueda a(tenderte)
y la vista tan cansada
que sólo mire mi ombligo.

Maldigo el día en que me olvide de la gente que quiero
o de las palabras para disculparme o dar las gracias
como ese alzheimer social
que vive en la puerta de al lado.

Maldigo el día en que me resigne
creyendo que para volar alto después tendré que reptar
o lleguen los monstruos tragacolores
y me pillen con el cazamariposas enfundado.

Maldigo el día en que no se derrita el invierno
con el calor de unos besos
y el contacto con la piel
deje de ser mi amuleto.

Maldigo el día en que ya no sea,
ya no lo sea,
no sea ya…
ya no sea yo.

1 comentario:

  1. Este tipo de maldiciones forman parte de la vida, de los sucesos desencarnados y al hueso desnudo de la vida. El amor, como tu y yo lo entendemos, es una tortura deseada que se marchita y oxida en contacto con el aire. Vaya maldición.....

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