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viernes, 24 de enero de 2020

Con los versos rotos

Golpes,
demasiado amable
posa entre mis posos,
sin perder el equilibrio
en el borde del punto,
de este punto y final.

Final,
como el día siguiente
de dos vidas después,
cuando aún siquiera sabíamos
a qué sabría la templanza.

Para qué saber el sabor,
para qué saber.

De madrugada la sonrisa blanca
despliega sus alas quebrando fragilidad,
y deja al descubierto
trozos de cascarón entre flashbacks.

A veces las caídas más dolorosas
no son desde grandes alturas.
A veces basta un silencio
para romperse todos los besos.