Negadas las manos soportes de miedos
en pequeñas expediciones
cuando el mundo olía a nuevo.
Ahora las manos llenas de arrugas
buscan los abrazos que no supieron dar,
y no abarcan.
Pero el amor,
se abre paso hasta en el silencio.
Tan frágil, tan vulnerable,
encorvada la figura
viajera la mirada,
errática y amarga.
Los abrazos lloran
los contornos vacíos...
y desgarran.
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