El arco iris en el filo del espejo
apenas vislumbrado en la penumbra,
juega una partida de luces
con diminutas heridas de persiana.
Deja expuestas las vergüenzas
de moléculas que bailan abrazadas,
agonizan en zig zag sus balanceos
antes de morir sobre mis manos.
A menudo se me olvida respirarte
y construirte un palacete en mis pulmones,
en el que habite la respuesta del camino
que desprende todo el tiempo que pisamos.
Lo sacudo con firmeza si me caigo
y se levanta más la piel tras el impacto
que manos tendidas en blanco
rendidas a nuestra propia suerte.
Con él, profano tu cuerpo sobre el mío,
acompañado de sed sin arrumacos,
violentando en embestidas sin promesas
los contornos oxidados de otros roles.
Airado se alza cuando barro
la puerta de mi casa y luego escapo
a lomos de la misma incertidumbre
amontonada en el desván de los matices.
Me parece fenomenal que estás escribiendo en el blog nuevamente. Abrazos
ResponderEliminarGracias Gabriela :)
ResponderEliminarNo tanto como me gustaría, pero algo al menos.
Un abrazo fuerte