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martes, 15 de octubre de 2019

Reflejos

A veces, cuando me ahogo
en una de esas noches que duelen a mares,
buceo como antídoto en amores.

Insomne, modelo la espina dorsal de tu ausencia,
al desbordarse la madrugada
en el momento exacto en que la cama
llora el calor perdido de tu cuerpo.

Abro taciturna la ventana,
para que la crisálida del silencio
se transforme en pegajoso murmullo,
al ritmo del batir de alas de la luz que nace.

Y me quedo inmóvil
mientras las voces se descuelgan
y recorren los pasillos,
llenándolo todo unos instantes.

Es entonces, solo entonces,
cuando vuelvo a creer que soy parte de algo.

Hasta que abro los ojos
y los contornos se regodean de mi jactancia.
La cama vacía, las voces prestadas,
y la sonrisa terrorífica del nuevo día.

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