Puedo tejer excusas
y zurcir sonrisas,
doblar las ganas con esquinas perfectas,
con las que autolesionarme.
Tropezar en el pasillo que me lleva
del hastío a la indiferencia
y yacer imperfecta
entre el fuselaje estrellado.
Dejar que la vida siga siendo
eso que dicen que pasa,
mientras veo mi cometa caer
en cada amago de vuelo.
Y remendarla.
Seguir cosiendo sin patrones,
porque si enhebro mis principios,
habré llegado a mis finales.