Qué tiene tu veneno que me lleva y me trae sin que pueda
negarme,
que me da la vuelta y me remueve, que acelera los latidos
y aprisiona el estómago.
Que quita el sueño, y la sed y el hambre,
que deja en los huesos y estrangula corazones.
Que acobarda, que envilece,
que derrite el cerebro, y la piel, y el cerebro…
que acompaña a la culpa,
que enmudece los sentidos.
Que construye una barrera entre quién soy y lo que quiero.
Que me da frío y calor, y agua salada, y sal en la vieja
herida.
Que sala, que amarga, que sangra…
Y entre medias tus dobleces, tus silencios, tus miradas,
tu tira y afloja, tus salidas triunfales, tus pausas
perfectas…tus distancias.
Y cuando me voy, no te vas, ocupando demasiado sin estar.
Y vuelve la duda, la rabia y el ansia,
el deseo mantenido, bloqueado y temeroso.
Desde hoy, buscaré el antídoto para esta sin razón…o me
explotarán las venas.
Hola dormida. Los venenos son necesarios, no so mutuamente excluyentes con la vida. Lo queramos o no es así.
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