Lucho
contra la rutina, la que viene a rutinizarnos a escondidas, la que hace que me
olvide de lo que importa y me pierda en mareas de vértigos y distancias.
No quiero que le hagamos un nido en casa en los vértices del desencuentro, porque si estás próxima el resto encaja, y si te distancias, me distancio, y el mundo va cojo esos días.
rescata
la mía.
La
que invade los rincones de la casa, y fermenta entre los cacharros de la
cocina. La que supone el peligro diario, sin tener que viajar a países en
guerra.
Me
arrastra, sin caer en ello, a la guarida en que habita el olvido del
significado de lo que nos mantiene en pie, y devora el sentido de lo que es
real: tú.
Porque
eres tú la piel que me calma, la que me gusta sentir rozándome desnuda, en la
que me gusta sumergir mi nariz y acariciar con mis labios. Las manos que
sosiegan mi ansiedad si me acaricias, las manos pequeñas que me gusta coger
cuando estamos en el sofá, y simplemente sentir en las mías.
Eres
con quien soy yo, sin artificios, a quien muestro mis verdades y mis mentiras,
porque sé que tú no te irás corriendo, y que si un día te tienes que ir, te
irás mirándome.
Porque lo real eres tú, las manos, la piel, la verdad, la mirada.
Tu sonrisa me puede, sin explicaciones, sin palabras...
Qué bonito...:)
ResponderEliminarEn cada pequeño detalle recordamos porqué elegimos lo que elegimos un día...nos siguen emocionando los instantes que conectan nuestra realidad a nuestra sensibilidad.
Besos, linda.