La tarde se apodera de las células
y atraviesa sus membranas,
corona los espacios vacíos
que componen un cuerpo,
cansado de despedirse.
Los aplasta y los llena
de gotas de sudor,
para ahogar los minutos
rebosando el tic tac que detiene el tiempo.
Devorando las mismas paredes
con los ojos del cansancio,
creer que tal vez la próxima tarde
baje el volumen un par de grados.
Para escuchar revelarse la manera
de que los días no se deslicen
entre el silencio y la espera
y dejar de celebrar el día de la marmota.
Pero no llegan los contrastes
a la piel achicharrada y repetida,
en penumbras, sigue ardiendo.
Como ya te comente, hay como una madurez que va asomando, muy bien Dormida. Cuando las palabras se acomodan solas y no hace falta pensarlas.... y cuando los adjetivos duelen y hieren es que ya estan listo el texto.
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