Abrazabas el contorno de mis miedos, cabalgando en la luz que se colaba por la rendija de
mi eterna noche, contenedora de sueños y brújula en las montañas de mis absurdos.
Fuiste amiga y fuiste madre, el soporte de un esqueleto
de migajas y las huellas a mi lado en la arena de otros tiempos.
Siempre atenta como estabas, a mi voz y a mis silencios,
en las horas de cabinas donde diseccionábamos momentos y deshojábamos añoranzas y deseos, cuando aún no sabíamos
que íbamos a enterrar tantos sueños...ni que yo te enterraría.
Fuiste mil veces antídoto
para la insidiosa enfermedad, que en mí siempre fue el vacío, pero yo no pude
ser el tuyo.
Se rompió tu vida demasiado pronto, y la mía se paró en
seco, tambaleándose el rumbo.
Hoy me queda el consuelo de que pude acompañarte con mis huellas en tu arena hasta el final y con mi voz en tus desvelos, cuando
todo era tan duro que hasta el teléfono te pesaba demasiado.
No se borra tu ausencia mientras sigue girando el mundo, ni tus ojos, ni
tu voz.
Te echo
de menos cada día, no se pasa.
Aunque sé que no serás nunca más los pasos que caminan a mi lado, eres desde esa ausencia, las huellas de mi memoria.
La noción del vacío multiplica la intensidad con la que percibimos al otro, sintiéndonos pertenecientes pero ajenos. Hay una parte de nosotros que nadie puede llenar. Sólo nosotros. Pero se ocupan de robarnos la fe a cada suspiro. Somos seres defectuosos que estamos programados sin saberlo para serlo. Tendemos por defecto a la insatisfacción crónica y a la melancolía. Pero he aquí la cuestión: que eso dobla el valor de los estados de belleza que compensan la derrota.
ResponderEliminarUn besito grande, guapa.
Así soy, "la eterna melancólica insatisfecha" como bien describes. La derrota de perder a Miriam, sólo se compensa con haber llegado a conocerla y haber caminado juntas.
EliminarGracias por tus palabras, gracias por pasear entre mis nanas. Otro beso.
Tan desgarrador que no parece posible a la vez que la vida. Y a la vez logras tiempo presente para AMBAS...
ResponderEliminarLa vida es desgarro, y del desgarro me nutro.Me gusta tu percepción del tiempo presente en estas letras que he volcado para ella. Porque como dices, desde su ausencia está, es mi paradoja de la presencia constante de la ausencia de su estar. Y todo se mezcla.
EliminarEsas marcas, esas huellas tan conmovedoras, tan irreverentes en su lastimosa presencia.... sin embargo bosquejan la ausencia presente de ese ser que has amado, odiado, temido, reverenciado.... todo a la vez. Ya sabes, el todo y la nada es la misma cosa doliente y purpúrea que nos sobrevuela con absurda intensidad.....
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