Parece que son los afectos los que hay que remendar. Pero
no encuentro el hilo.
Primero he de bucear por el engranaje de toda una vida
para encontrar qué pieza está rota, y tratar de sustituirla. Parece que es el
miedo lo que esconde la auténtica cara del animal agazapado. No lo conozco, no
me conoce. Demasiado miedo.
Parece que las lágrimas que tanto he tragado son corrosivas.
Por eso mi úlcera. Pero son sólo mías. No quiero compartirlas con quien retira
las manos. Todos.
Mi soledad siempre está conmigo. No tiene prisa ni la
agenda llena. No me juzga. No me abandona. Nos conocemos bien. Mucho tiempo.
Si consigo unir todos los trozos, tal vez ya sea yo, o
quizás yo soy los trozos.
Pero
no encuentro el hilo…
no lo encuentro….
no lo encuentro…
bellísimo y con una cadencia inusual. Esa soledad que es compañera no se distrae, mas bien, ya forma parte de la piel....
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