No es fácil llegar a mi cabaña. Se ha perdido la senda, si es que un día la hubo.
Nadie consigue encontrarla, yo tampoco. Sé que hay espacio para más de uno sólo,
pero no se llena. No consigo calentarla con la leña de unos besos, no consigo que
los días se sucedan plácidos y felices. Observo transcurrir los minutos, como si no
fuera conmigo, pero la vida pasa, las grietas emergen, la madera se pudre.
La cabaña envejece y cada vez más cubierta se aleja del resto del mundo.
Quizá nunca hubo senda. Quizá no supe calentarla. Quizá nunca tuvo espacio.
Y en el espacio, se agota.
Por decidir encontrar el momento, GRACIAS
ResponderEliminarPor regalar, GRACIAS
Por florecer, MUCHAS GRACIAS
Gracias a tí, RBK, por acompañar en el despegue para que dé menos vértigo. Espero que me sigas acompañando a pasear entre las nanas...mil besos
ResponderEliminarFelicidades por dar luz a este proyecto tan íntimo y deseado, por hacerlo con tanta ilusión y cariño.
ResponderEliminarTe adoro, te amo. Lau
Lau...a ti te responderé con algo que te he escrito. Gracias por estar siempre ahí, por estar, por ser.
EliminarQue grande compartir este tramo del camino... ver nacer este proyecto tan querido... verte crecer en él... y disfrutar de este regalo que son tus palabras y mucho más...
ResponderEliminarMuchas gracias margaflor :) Me encanta que estés en la vida de RBK y desde entonces en la nuestra. Beso grande.
EliminarEl envejecimiento tiene múltiples desafíos que los maderos maduros pueden sopesar: endurecer, secarse, adquirir pátinas brillosas y bellas; lucir cándidos y asolados. Todo depende, Dormida, todo depende. Y no tanto de cómo nos vemos sino de cómo nos miran.
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