Hoy sonrie diferente. Ya lo sabe.
No más incertidumbre, dolor, espera ni decisiones. Basta saber que nada más. Ni una obligación, ni un recuerdo, ni más deseos frustrados. Ni una gota más de soledad muda atrapada en sus absurdos poros.
Liberador saber que no habrá futuro, que no se perderán más días porque están perdidos de antemano. No más peregrinaje por el escepticismo o el reproche, ni por la pegajosa condescendencia.
No mas esfuerzos en la normalidad de un día que ya duele desde antes de que empiece, como puñales y tasers alternados con sarcasmo. El día será tan negro como la noche, como siempre tuvo que haberlo sido. No se habría destrozado el cuerpo por el esfuerzo sostenido de intentar mantener viva, a contraviento, una luz tenue que nunca logró iluminar nada. Retirar las cansadas manos y dejar que se extinga la llama, para esparcir finalmente, satisfechos, las cenizas.