Escribo al dolor
porque es lo que llena mis espacios
y modela mis vacíos,
porque es la constante en el caos,
porque se acuesta y se levanta conmigo.
Porque es lo que me abraza y lo que me ahoga,
lo que me grita y me silencia,
lo que me nombra.
Escribo al dolor
porque llegó para quedarse
y ahora es parte de mi.
Sólo él permanece,
mientras mudan mis recuerdos,
mis pretensiones, mis luchas,
mi cuerpo…
Escribo al dolor
porque transita mis vértices y cicatrices
como puntos de sutura contenedores,
para que no me vacíe.
Escribo al dolor porque me ancla,
y será lo que siga aquí,
impregnado en mi piel,
cuando ya ni siquiera la habite.