Me agoto en el bucle infinito
que se rompe una y otra vez
antes de cerrarse,
sin espacio para insuflar el
oxígeno que necesitas.
Mido cada silencio que vertebra
el universo de sílabas que
se se unen y se amontonan
para hacerlas respirables.
Sopeso el impacto
y la superficie de la piel
que se desgarrará con algunas palabras
y coreografío cada trago de saliva.
No puedo arriesgarme a dejarte caer
si mis manos se deshacen.
A veces simplemente no soy real
aunque sea verdad siempre.
Y bailo a tu lado en el filo que separa
la respiración entrecortada y la asfixia,
para que no te rasguen los cristales
que hay desde mi garganta
al segundo exacto en el que todo estalla.
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