Un huracan de incredulidad
deshoja la piel de su mirada
y afloran gajos como interrogantes
que resbalan abriendo puertas.
Viajo en el tiempo en 2d
en el negativo de una imagen
que se revela color ámbar
sin desencadenante explícito.
Desde las profundidades
de un yo que no reconozco
velo en silencio un recuerdo sin plañideras.
Es verano y el cuerpo aún no está roto.
Puedo exprimirlo poniéndolo al límite
y sentir la velocidad en el pelo y en el pecho
como si las piernas se movieran solas
bum bum, bum bum, bum bum...
como cuando el tiempo se detiene volando
en un contrapicado manga.
Me siento libre.
Todo se oscurece. Fundido en negro.
Vuelvo aquí y ahora.
(Odio el mindfulness de los cojones).
Sé que no estaba volando
pero cuando aún no había dolor
casi lo parecía.
Ahora solo vuelo con diazepam.
Otras veces, muchas, repto.
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