Tengo ásperos los nudillos
de llamar a tapias tan sordas
como mudos mundos,
sordos los gritos que gargantas silencian
y cien mil gemidos.
Ojos secos y lágrimas de silicona,
en escaparates de moda sobre la salud mental.
Se pudre en el desván la ruina
mientras brilla la purpurina en todas las
portadas, los portales y los muros.
Muros como tapias cuando llaman
los nudillos de los que de verdad se abrasan.
Al otro lado de la pantalla.
Mudos.
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