Me he dado cuenta
de que últimamente,
cada vez ofrezco menos resistencia.
Me indaven con facilidad
ejércitos de bacterias
que trepan por mis fortalezas,
poblando sin dificultad
un imperio en decadencia.
Fuera de juego la garganta,
callo con la vieja excusa
de la que ha sido derrotada,
masticados los cristales
que otorgaban momentos incómodos.
Y me dejo vencer
a golpe de tos,
vidriosos los ojos,
atrincherándome en la fiebre
que se apodera del tiempo
y lo recorta.
Siempre vuelve la imagen
del collage del techo de aquella habitación
cuando los grados se disolvían en colores,
y pisar el suelo o el cielo
era indiferente.
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