La noche emerge en tus pupilas
con una dentellada en el costado,
se desprende la carne,
opaca la materia.
No me ves.
Desde el lado externo
de la hendidura aún fresca,
te asomas al abismo para enfocar,
difusos los bordes,
calibrando la mirada.
A contracorriente nadan
insurgentes las manos por mis latidos,
se agotan, se dejan morir,
desembocando en otras heridas.
¿Sabes? no es cierto que el cielo
se haya vuelto negro.
Sigue siendo azul al otro lado.
Aunque tú no lo veas,
más allá de las nubes.
Más allá de la carne,
aunque tú no me veas.
Hoy no ha llovido, y echo de menos la excusa de sus gotas, para camuflar mi tristeza. Solo calma la angustia muda un cigarrillo tras otro. La mece, con su nana de alquitrán. Y mientras aspiro humo, no husmeo en mi letargo, y mientras lo expulso, excarcelo mis abismos. Sin lluvia, con mi nana, anestesio los momentos.
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jueves, 19 de diciembre de 2019
sábado, 7 de diciembre de 2019
solalibremente
Se recuesta el silencio
en el hombro del tiempo,
el universo sigue su curso,
una mosca sobrevuela los libros,
mi mirada se pierde subrayando sus alas.
Acróbata durante unos segundos,
el riesgo vicario y la tensión en alza,
en baja, forma parte del trato seguir,
la vista en los libros,
libre la mente.
Líbrame solo,
de estar sola,
solamente.
en el hombro del tiempo,
el universo sigue su curso,
una mosca sobrevuela los libros,
mi mirada se pierde subrayando sus alas.
Acróbata durante unos segundos,
el riesgo vicario y la tensión en alza,
en baja, forma parte del trato seguir,
la vista en los libros,
libre la mente.
Líbrame solo,
de estar sola,
solamente.
miércoles, 4 de diciembre de 2019
De la barra al barro
No sé si saltar desde mis últimos miedos
o desde mis primeros abrazos.
Dejarme caer en silencio
por el lagrimal de la poesía
resbalando hasta el nicho de su ombligo,
sepultada sin honores ni epitafios.
Que de madrugada se barran
las migas de todos los poemas
que nacen y mueren en las barras de bares
a los que ya nunca iré.
Que con ellas también se esparzan
las cenizas de lo que pude haber sido,
de habernos cruzado en otros avernos
las ganas robadas, la imprudencia insolente
y yo.
No quiero ser la que desaparece
un poco más en cada parpadeo
cuando la vida se me mete en el ojo.
Y sin embargo, lo hago,
entre la nieve del otro lado
del ruido blanco, aún prendida
finalizada la emisión,
aún perdida.
o desde mis primeros abrazos.
Dejarme caer en silencio
por el lagrimal de la poesía
resbalando hasta el nicho de su ombligo,
sepultada sin honores ni epitafios.
Que de madrugada se barran
las migas de todos los poemas
que nacen y mueren en las barras de bares
a los que ya nunca iré.
Que con ellas también se esparzan
las cenizas de lo que pude haber sido,
de habernos cruzado en otros avernos
las ganas robadas, la imprudencia insolente
y yo.
No quiero ser la que desaparece
un poco más en cada parpadeo
cuando la vida se me mete en el ojo.
Y sin embargo, lo hago,
entre la nieve del otro lado
del ruido blanco, aún prendida
finalizada la emisión,
aún perdida.
domingo, 1 de diciembre de 2019
Membranas
Sigo gastando los días
de membranas para dentro
y cada vez menos ganas
de vestirme de paciencia
para salir.
Todas mis guerras
se desatan los domingos,
me las piso y tropiezo conmigo
una y otra vez.
A cada cañonazo en las tripas
cierro más la boca abriendo las letras
con las que esbozo mensajes de espuma
que soplo desde mi ventana.
Porque construyo en el aire
pompas de momentos
y me recuesto sobre ellas.
Pero cuando estallan
no grito mientras caigo,
y cuando sangro,
apenas salpico.
Porque sé caminar sin pisar las líneas
con agujeros del tamaño de puños,
y negar que hace frío
mientras se cuela el tiempo por ellos.
Porque eso es lo que hago.
Porque lo sé hacer desde siempre.
Porque eso es lo que soy.
de membranas para dentro
y cada vez menos ganas
de vestirme de paciencia
para salir.
Todas mis guerras
se desatan los domingos,
me las piso y tropiezo conmigo
una y otra vez.
A cada cañonazo en las tripas
cierro más la boca abriendo las letras
con las que esbozo mensajes de espuma
que soplo desde mi ventana.
Porque construyo en el aire
pompas de momentos
y me recuesto sobre ellas.
Pero cuando estallan
no grito mientras caigo,
y cuando sangro,
apenas salpico.
Porque sé caminar sin pisar las líneas
con agujeros del tamaño de puños,
y negar que hace frío
mientras se cuela el tiempo por ellos.
Porque eso es lo que hago.
Porque lo sé hacer desde siempre.
Porque eso es lo que soy.
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