LA CONDICION
Hoy ha sonado el teléfono. Ha sido una sorpresa después de tantos meses de silencio. Estaba en la cocina, y al ver la llamada el estómago ha hecho una acrobacia que me río yo de los del circo del sol. Que sentía no haber podido llamarme en este tiempo y para saber cómo estoy…y no sé qué decirle. Para sangrar cómo está…y no sé qué decirle. Que me podría despedir-me dijiste-que podría verte en un cuerpo que ya no era el tuyo y compartir silencios cogiendo tu mano. Que podría acompañarte hasta el final, hasta la puerta, hasta donde hacía ya mucho tiempo no habías dejado pasar a nadie. Y lo hice. La condición era cuidar de los tuyos. Y no he podido hacerlo.
Yo también le he confesado que odio los catorce de febrero, que tuve que pedir ayuda para desbloquear el dolor y dejarlo salir a borbotones de tinta. Que tú también escribías- me ha dicho- como si no lo supiera, como si no hubiéramos intercambiado textos hace ya tanto tiempo. Que habías empezado a escribir un libro y que tiene guardadas las hojas, pero no encuentra fuerzas para leerlo. Y me he mordido la lengua para no pedírselo con la condición de terminarlo. Porque tus finales siempre eran felices y en mis manos se estropearía.
Que me va a dar tus fotos-me dijo-Las de la época del instituto, cuando todavía eras la que yo recuerdo, la que trajo la confusión a mi orden aparente y lo cambió todo, con la condición de que no me olvide que ella está ahí, que me deje cuidar…pero no sé hacerlo.
-“Cuídate”, “tú también”, “nos vemos pronto”-…y he colgado. Y me he sorprendido a mí misma porque no me ha temblado la voz, he creído que la costra estaba fuerte, y he seguido mis quehaceres. Después he notado el sabor salado de las lágrimas, sin acrobacias en el estómago, deslizándose en silencio, mezclándose con los cacharros que enjabonaba. He vuelto a notar el dolor que dejó tu ausencia. Y me lo he permitido. Con una condición: coger este folio y dejarlo salir, a borbotones de tinta.
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