Me pregunto si hay la misma distancia
desde este charco de sudor al ártico,
que desde el mensaje que hay en mi móvil
a las ganas de encontrarnos.
Mido con cierto pesar nuestra distancia,
sobre el peso del paso de los días mudos,
que sólo a veces, muy masticada,
escupe la excusa de la falta de tiempo.
Tengo que comprar un metro más largo.
Y es que me estoy haciendo mayor,
y te lo pierdes,
y te vas haciendo distinta,
y me lo pierdo.
No sé con exactitud
en qué giro de la vida
nos bifurcamos.
Desconozco cuántas páginas tiene el libro que lees
o cuáles son tus proyectos proyectados
en planos distintos, o paralelos.
Y tú no sabes si los días nadan a braza o
muy largos a este lado del estanque.
Una o dos veces al año, nos miramos
a los ojos y entre medias un café,
o un tinto de verano,
con un resumen, del resumen del resumen,
de la risa y del desgarro.
Qué lejos, cuando ya no caben en una taza
tantos minutos y horas, de semanas y semanas,
en las que salen arrugas, se mueren las ganas,
se escriben poemas y se despiden amores....
...y cada vez más lejos de lo que nos mueve,
de dónde nos duele, de los mismos ojos
con los que quizá hace años
mirábamos de otra manera.
La misma ciudad,
pero cada vez más kilómetros,
desde tu vida a la mía.
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