Mordaz dibujaba hoy la sonrisa
mientras sus ojos gritaban la acidez
de la soledad que con calostro
y pan, estuvo siempre en su mesa.
Quemaban, disolviendo las frases hechas
sin dejar escapar ni una lágrima
en caída libre hacia el abismo.
Llamas.
Me hablaba de ese vacío
con el que convive
y no consigue llenar
con música, besos ni tercios.
Arde.
Y no se tercia otra manera,
cuando el lorazepam es inocuo
y la fluoxetina, está en huelga.
Sangra.
Le acuné con manos invisibles
donde sostener el dolor, agota,
refulgiendo tanta rabia en sus pupilas
que arropar la mirada, desalma.
Jaque.
Pero es complicado remontar la partida
cuando tiras de un manotazo,
una y otra vez, tus propias torres.
Jaque mate.
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