A tus paredes vuelvo
cuando el cielo abierto se me cae encima,
pongo el dedo en la grieta, y la recorro.
Me acurruco, y algunas veces,
me duermo apoyada en ella.
A tus paredes vuelvo cuando el frío infierno
de repente repunta en primavera,
y me sorprenden, viviendo,
las primeras gotas de la gota fría,
de ese frío, frío infierno.
A tus paredes vuelvo, también,
cuando hace sol y se me van cayendo
las sonrisas por el camino.
Y aunque haya movimientos sísmicos
y salten todas tus alarmas,
en tus paredes me quedo
para sujetarlas.
Hasta la vez siguiente en que la grieta crece
y me rompo a trazos en el cuaderno,
recomponiendo después con su tinta
la sonrisa con la que poder pintar tus tabiques.
Y saltar de tres en tres, de diez en diez
o de dos en una, los escalones desde
mi sol y mis grietas
hasta tus persianas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario