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miércoles, 30 de octubre de 2019

Prefiero bailar descalza

Prefiero que se caigan
todos los pájaros de mi sonrisa
y que la tuya señale otras ciudades en ruinas.

Prefiero que la escarcha de la mañana,
al derretirse, se cuele en mi traje sucio
de reptar por tus trincheras
y que el reloj, de un segundo,
atrase dos vidas.

Prefiero que ya no me mires
y no me enseñes cómo se doma tu cuerpo,
que ni lo intentes siquiera,
aunque recorras con los ojos otros muros
de pantallas expuestas a sopesarnos.

Prefiero los mordiscos del silencio
a los besos de la hipocresía,
y que se callen los idiotas
que bailan con zapatos de oído.

Prefiero hacer apuestas con la tarde
sobre la intensidad del dolor
del próximo brote,
y cojear lo justo, hasta mi cueva.

Incluso volver a perder, a perderte
y a perderme.

Pero no me digas que no era posible
ser una misma,
entre los zapatos, los discursos y las señales,
de lo que los demás esperaban.


domingo, 27 de octubre de 2019

Disculpa...¿me das primavera?

He leído tus gestos inviernos
he soñado unos grados veranos
pero al final de cada estación
subo a  los trenes que humean otoños

sábado, 26 de octubre de 2019

Marcas de agua

El espacio no tiene mis marcas.
No cuelgo el sombrero en la entrada
ni sello con carmín los espejos de otras vidas.

No elijo cortinas, adornos ni pintura
ni hay cuadros en las paredes
de los despachos que ocupo,
consciente de que cada paso que doy,
es prestado.

Hace mucho que no llamo casa
a una ciudad, o una vivienda
y sigo aprendiendo cada día
a no llamar casa a tu cuerpo.

Cerrar los ojos
y soportar el vértigo.
Cerrar los ojos.

Acostumbrarme, sí,
a volar de rama en rama
en bosques azules,
haciendo nidos en el aire.

La identidad, la permanencia,
son marcas de agua en las hojas
donde trato de controlar el caos
cortándome la carne con metáforas.

Cerrar los ojos
y soltar el vértigo,
brotando lento y espeso
resbalando por los márgenes del silencio.








viernes, 25 de octubre de 2019

Contornos

Negadas las manos soportes de miedos
en pequeñas expediciones
cuando el mundo olía a nuevo.

Ahora las manos llenas de arrugas
buscan los abrazos que no supieron dar,
y no abarcan.

Pero el amor,
se abre paso hasta en el silencio.

Tan frágil, tan vulnerable,
encorvada la figura
viajera la mirada,
errática y amarga.

Los abrazos lloran
los contornos vacíos...
y desgarran.

martes, 15 de octubre de 2019

Reflejos

A veces, cuando me ahogo
en una de esas noches que duelen a mares,
buceo como antídoto en amores.

Insomne, modelo la espina dorsal de tu ausencia,
al desbordarse la madrugada
en el momento exacto en que la cama
llora el calor perdido de tu cuerpo.

Abro taciturna la ventana,
para que la crisálida del silencio
se transforme en pegajoso murmullo,
al ritmo del batir de alas de la luz que nace.

Y me quedo inmóvil
mientras las voces se descuelgan
y recorren los pasillos,
llenándolo todo unos instantes.

Es entonces, solo entonces,
cuando vuelvo a creer que soy parte de algo.

Hasta que abro los ojos
y los contornos se regodean de mi jactancia.
La cama vacía, las voces prestadas,
y la sonrisa terrorífica del nuevo día.

sábado, 5 de octubre de 2019

Polvo

El arco iris en el filo del espejo
apenas vislumbrado en la penumbra,
juega una partida de luces
con diminutas heridas de persiana.

Deja expuestas las vergüenzas
de moléculas que bailan abrazadas,
agonizan en zig zag sus balanceos
antes de morir sobre mis manos.

A menudo se me olvida respirarte
y construirte un palacete en mis pulmones,
en el que habite la respuesta del camino
que desprende todo el tiempo que pisamos.

Lo sacudo con firmeza si me caigo
y se levanta más la piel tras el impacto
que manos tendidas en blanco
rendidas a nuestra propia suerte.

Con él, profano tu cuerpo sobre el mío,
acompañado de sed sin arrumacos,
violentando en embestidas sin promesas
los contornos oxidados de otros roles.

Airado se alza cuando barro
la puerta de mi casa y luego escapo
a lomos de la misma incertidumbre
amontonada en el desván de los matices.







viernes, 4 de octubre de 2019

Menú del día

Degusto, de refilón,
alguna partícula errante
desprendida del dióxido de carbono
que se pierde en la materia de un suspiro.

Flotando se despereza,
en la penitencia tantas veces recorrida
desde la boca en su punto silente
a los impulsos de entrañas retenidos.

Ganas deconstruidas
sobre nidos de virutas de peros.

¿A qué sabrá arrepentirse
cuando se actúa sin sopesar?