La tarde se apodera de las células
y atraviesa sus membranas,
corona los espacios vacíos
que componen un cuerpo,
cansado de despedirse.
Los aplasta y los llena
de gotas de sudor,
para ahogar los minutos
rebosando el tic tac que detiene el tiempo.
Devorando las mismas paredes
con los ojos del cansancio,
creer que tal vez la próxima tarde
baje el volumen un par de grados.
Para escuchar revelarse la manera
de que los días no se deslicen
entre el silencio y la espera
y dejar de celebrar el día de la marmota.
Pero no llegan los contrastes
a la piel achicharrada y repetida,
en penumbras, sigue ardiendo.
Hoy no ha llovido, y echo de menos la excusa de sus gotas, para camuflar mi tristeza. Solo calma la angustia muda un cigarrillo tras otro. La mece, con su nana de alquitrán. Y mientras aspiro humo, no husmeo en mi letargo, y mientras lo expulso, excarcelo mis abismos. Sin lluvia, con mi nana, anestesio los momentos.
Vistas de página en total
jueves, 30 de julio de 2015
jueves, 16 de julio de 2015
Direcciones
Todos los pasos iban demasiado rápido
dibujando caminos caóticos y llenos de ruido
de pisadas superficiales
que apenas sobrevivían un parpadeo.
Todo parecía inútil,
tomar perspectiva, cambiar el encuadre,
devolviendo sin descanso el mismo plano construido
con miles de huellas como interrogantes.
Hasta que miré mis propios pies.
Y el camino, se trazó solo.
dibujando caminos caóticos y llenos de ruido
de pisadas superficiales
que apenas sobrevivían un parpadeo.
Todo parecía inútil,
tomar perspectiva, cambiar el encuadre,
devolviendo sin descanso el mismo plano construido
con miles de huellas como interrogantes.
Hasta que miré mis propios pies.
Y el camino, se trazó solo.
lunes, 6 de julio de 2015
La mirada de un gato
Puede que la mirada de un gato
me traiga esta noche un destello inquietante
y giren mis versos sobre sí mismos
bajo los pies de un ratón,
o de un gigante que aplaste
con un golpe seco el orgullo,
si es que lo hubo,
si acaso alguna vez fui más
que una garganta implorando
los licores que exudan las palabras,
atropellando furiosas los peatones de mis recuerdos
y cubriendo con mantas térmicas
momentos caducados.
Sin la mirada de un gato, ya no existen.
Fuera de esa burbuja verde,
no cabe la curiosidad, ni el desafío,
el conocimiento inevitable
de cada cosa en su lugar,
sin pretenderlo, sin pregonarlo,
la impermeabilidad a la exigencia,
la permanencia estática y vigilante,
antes de abalanzarse sobre el pasado
para diseccionar sus esquinas.
Sin la mirada de un gato, se diluye el sentido
del presente boqueando en la orilla de mis manos,
de tus ojos, de los millones de segundos
que nos trajeron hasta aquí.
Todo mi mundo contenido en su pupila,
porque fuera de ella, yo tampoco existo,
más allá de su iris...
sólo hay ceguera.
me traiga esta noche un destello inquietante
y giren mis versos sobre sí mismos
bajo los pies de un ratón,
o de un gigante que aplaste
con un golpe seco el orgullo,
si es que lo hubo,
si acaso alguna vez fui más
que una garganta implorando
los licores que exudan las palabras,
atropellando furiosas los peatones de mis recuerdos
y cubriendo con mantas térmicas
momentos caducados.
Sin la mirada de un gato, ya no existen.
Fuera de esa burbuja verde,
no cabe la curiosidad, ni el desafío,
el conocimiento inevitable
de cada cosa en su lugar,
sin pretenderlo, sin pregonarlo,
la impermeabilidad a la exigencia,
la permanencia estática y vigilante,
antes de abalanzarse sobre el pasado
para diseccionar sus esquinas.
Sin la mirada de un gato, se diluye el sentido
del presente boqueando en la orilla de mis manos,
de tus ojos, de los millones de segundos
que nos trajeron hasta aquí.
Todo mi mundo contenido en su pupila,
porque fuera de ella, yo tampoco existo,
más allá de su iris...
sólo hay ceguera.
domingo, 5 de julio de 2015
Hoja de ruta
Salitre, vísceras, dudas,
diez segundos, tres mentiras, un instante,
que todo irá bien,
que no pasa nada,
que me sostengo.
Pero me caigo.
Desde dentro hacia el vacío,
mecida por el ronroneo
de que no me quedan certezas,
y el sonido de los escombros
golpeando en el piso de arriba.
Yo también soy escombros.
Reciclar los sobrantes
para construir una ciudad propia,
para edificarme.
Para ponerlo todo en su sitio
Sólo sal,
y apaga la luz.
Voy a quedarme aquí un rato
sentada en el borde del pánico,
hasta estar totalmente segura
de que podré levantarme.
diez segundos, tres mentiras, un instante,
que todo irá bien,
que no pasa nada,
que me sostengo.
Pero me caigo.
Desde dentro hacia el vacío,
mecida por el ronroneo
de que no me quedan certezas,
y el sonido de los escombros
golpeando en el piso de arriba.
Yo también soy escombros.
Reciclar los sobrantes
para construir una ciudad propia,
para edificarme.
Para ponerlo todo en su sitio
Sólo sal,
y apaga la luz.
Voy a quedarme aquí un rato
sentada en el borde del pánico,
hasta estar totalmente segura
de que podré levantarme.
viernes, 3 de julio de 2015
Ratas
Podía sopesar los inviernos
programar primaveras,
reprogramarme,
poner a salvo la sonrisa
flotando en una nube ácida.
Podía caminar sobre escombros sin zapatos
y no sangrar ni una gota,
camuflar con la lluvia mi tristeza,
llenar de actividades los espacios.
Y sosteneros a todos,
sin despeinarme.
Hasta que abrí los cajones
y me desbordaron las ratas.
No hay flautista que las calme.
programar primaveras,
reprogramarme,
poner a salvo la sonrisa
flotando en una nube ácida.
Podía caminar sobre escombros sin zapatos
y no sangrar ni una gota,
camuflar con la lluvia mi tristeza,
llenar de actividades los espacios.
Y sosteneros a todos,
sin despeinarme.
Hasta que abrí los cajones
y me desbordaron las ratas.
No hay flautista que las calme.
lunes, 22 de junio de 2015
Eternamente
La noche tiene una camada
de recovecos oscuros en los que me pierdo,
tiene los rincones tristes y desconsuelo
en los ojos más solitarios del mundo.
Ojalá no des con suelo,
porque tiene el más mugriento
en el que pude arrastrarme,
el suelo más abyecto
por el que me arrastraré jamás.
Descompone por igual
las vigilias y los sueños,
los amores pasados,
los desamores presentes,
la carne quemando la carne.
Viste un quejido roto
pidiendo que no amanezca,
para no tener que enfrentarnos
a las arrugas del alma con luz.
Huele a orín y desengaño
a penitencias profanas
a náuseas desde el recuerdo
a bares que abren sus puertas
mientras se cierra el espacio...
...en el que suplicar otra mirada.
De los ojos más tristes del mundo
en los que vernos inviernos,
eternamente insomnes
eternamente lejos.
de recovecos oscuros en los que me pierdo,
tiene los rincones tristes y desconsuelo
en los ojos más solitarios del mundo.
Ojalá no des con suelo,
porque tiene el más mugriento
en el que pude arrastrarme,
el suelo más abyecto
por el que me arrastraré jamás.
Descompone por igual
las vigilias y los sueños,
los amores pasados,
los desamores presentes,
la carne quemando la carne.
Viste un quejido roto
pidiendo que no amanezca,
para no tener que enfrentarnos
a las arrugas del alma con luz.
Huele a orín y desengaño
a penitencias profanas
a náuseas desde el recuerdo
a bares que abren sus puertas
mientras se cierra el espacio...
...en el que suplicar otra mirada.
De los ojos más tristes del mundo
en los que vernos inviernos,
eternamente insomnes
eternamente lejos.
domingo, 21 de junio de 2015
He preferido que no duela
He preferido no nombrarte,
para poderme ir de puntillas
sin despertar la posibilidad
de que volvieras a rematarme.
He preferido no mirarte,
para pasar inadvertida
por tus ojos y los del mundo.
He preferido no besar, no besarte,
para no acostumbrarme aún
al sabor dulzón de la sangre
porque recrea dependencia.
He preferido apartarte
como si no fueras parte de mí,
y la evitación ha sido el irrefutable alimento
para el monstruo que gestaba.
Pero ahora estoy aquí, para nombrarte,
para mirarte a los ojos, dolor,
para besarte, y caminar de tu mano
hasta donde podamos llegar.
Hoy voy a deshacer el atajo
que inventé para acortar la distancia
de mis besos a tu olvido.
para poderme ir de puntillas
sin despertar la posibilidad
de que volvieras a rematarme.
He preferido no mirarte,
para pasar inadvertida
por tus ojos y los del mundo.
He preferido no besar, no besarte,
para no acostumbrarme aún
al sabor dulzón de la sangre
porque recrea dependencia.
He preferido apartarte
como si no fueras parte de mí,
y la evitación ha sido el irrefutable alimento
para el monstruo que gestaba.
Pero ahora estoy aquí, para nombrarte,
para mirarte a los ojos, dolor,
para besarte, y caminar de tu mano
hasta donde podamos llegar.
Hoy voy a deshacer el atajo
que inventé para acortar la distancia
de mis besos a tu olvido.
jueves, 18 de junio de 2015
Incandescencia
Queríamos ser incandescentes,
quemar bosques enteros
de heridas centenarias.
Prenderle fuego al dolor
con ígneas alas posándose
en ramas de miedos.
Sobrevolar la certeza
de las cortezas dañadas
y repoblarlas.
Inocente incandescencia
que no supo prever las cenizas.
quemar bosques enteros
de heridas centenarias.
Prenderle fuego al dolor
con ígneas alas posándose
en ramas de miedos.
Sobrevolar la certeza
de las cortezas dañadas
y repoblarlas.
Inocente incandescencia
que no supo prever las cenizas.
domingo, 14 de junio de 2015
Humedades
I.
Hay humedades en el sótano de los recuerdos,
enmoheciendo las ganas,
rancia ya la sonrisa.
Me tropiezo con la sombra de los abrazos fríos,
pieles gélidas de hojalata levantada
que desgarran la carne,
y el cobijo de esqueletos de huesudas alas.
¿Cómo no volar del nido marchito,
de la densidad del aire viciado
que surcaban aquellas miradas?
II.
Hay rayos de sol reptando por los cimientos,
como soldados de papel que haciendo maniobras
acortan las distancias.
Me tropiezo con una caricia hambrienta
en el refectorio de tu sonrisa,
fundiendo la carne apenas con un roce.
¿Cómo no volar directa al aire fresco
de cada pestañeo de ese instante
que construye sobre humedades nuestro nido?
Hay humedades en el sótano de los recuerdos,
enmoheciendo las ganas,
rancia ya la sonrisa.
Me tropiezo con la sombra de los abrazos fríos,
pieles gélidas de hojalata levantada
que desgarran la carne,
y el cobijo de esqueletos de huesudas alas.
¿Cómo no volar del nido marchito,
de la densidad del aire viciado
que surcaban aquellas miradas?
II.
Hay rayos de sol reptando por los cimientos,
como soldados de papel que haciendo maniobras
acortan las distancias.
Me tropiezo con una caricia hambrienta
en el refectorio de tu sonrisa,
fundiendo la carne apenas con un roce.
¿Cómo no volar directa al aire fresco
de cada pestañeo de ese instante
que construye sobre humedades nuestro nido?
jueves, 11 de junio de 2015
El ciclo
Tus filamentos se abren, se desdibujan
en la agonía muda de otro misterio.
Sin resolver, me detengo.
Sin resolverme.
Escucho áridos gritos hacia dentro.
Que me detienen.
Por ser o nombrar. Por nombrarte.
Y en la celda de un discurso
lleno de nuevas mentiras,
tus filamentos.
Se abren.
Y me atraviesan.
En la agonía muda de otro misterio.
en la agonía muda de otro misterio.
Sin resolver, me detengo.
Sin resolverme.
Escucho áridos gritos hacia dentro.
Que me detienen.
Por ser o nombrar. Por nombrarte.
Y en la celda de un discurso
lleno de nuevas mentiras,
tus filamentos.
Se abren.
Y me atraviesan.
En la agonía muda de otro misterio.
Confía
Vierto en la azotea de las ansias
un poco de la sed que hoy me desborda
será que la marea de uno mismo
no sabe regular sus argumentos.
Tímida saluda la deriva
con su vaivén de aleteos descoordinados
despertando al temible interrogante
y posándose después en nuestras manos.
Huir
Volver
Volcar
Beber
Poder.
Errar
DudarDecidir
Volar
martes, 9 de junio de 2015
Hambre
Sonrisas puntiagudas se deforman
tras los cristales del hambre.
Bajas la persiana tan rápido
que te acabas pillando los dedos.
Hoy te va a doler aplaudir
tu propia indiferencia.
sábado, 6 de junio de 2015
Elemental
Era mucho más sencillo.
Sólo el transcurrir de los días,
levantar la persiana y ver el sol
y cuando él no estaba, alabar las nubes.
Sólo era escuchar los biorritmos
que habíamos enterrado en despertadores,
tuppers, prisas y microondas.
Sólo era bajar un poco el sonido de la rutina
para poder escuchar los latidos
o el murmullo de la sangre
mientras recorre las venas.
Sólo era estar a solas conmigo sin carabina de angustia
y el milagro del tiempo transcurriendo más lento,
como si le costara despedirse.
Sólo era parar, observar la vida
desde la ventana que no da al patio de vecinos
y disfrutar la suavidad de los instantes,
sin condiciones.
Sólo el transcurrir de los días,
levantar la persiana y ver el sol
y cuando él no estaba, alabar las nubes.
Sólo era escuchar los biorritmos
que habíamos enterrado en despertadores,
tuppers, prisas y microondas.
Sólo era bajar un poco el sonido de la rutina
para poder escuchar los latidos
o el murmullo de la sangre
mientras recorre las venas.
Sólo era estar a solas conmigo sin carabina de angustia
y el milagro del tiempo transcurriendo más lento,
como si le costara despedirse.
Sólo era parar, observar la vida
desde la ventana que no da al patio de vecinos
y disfrutar la suavidad de los instantes,
sin condiciones.
viernes, 5 de junio de 2015
Ejecución a la carta
Hay una cuerda invisible entre mi equilibrio y tus caderas.
Estrangula cuando se tensa, pero no consigo cortarla.
Hay un instante en el aire, no nombrado,
entre mis vértices y tus escápulas,
carbonizándose mudo en cada giro improvisado.
Hay un vil recato, más que bastón, garrote,
en el que apoyo mi temple para atravesarlo despacio.
Hay una cuchilla afilada por la que camino a diario,
decapitadora de sueños mientras finge que acaricia.
Hay una silla vacía en el lagrimal del silencio
que me invita a que me vaya
o a que me empadrone en sus fauces.
Residir en el lado amargo de la derrota
en la cara amable del desconsuelo
en las líneas de las manos del viento del norte.
Y brindar por otra noche que evoque
un instante hecho de humo
que perjudica seriamente la salud
y se esfuma entre los dedos.
Estrangula cuando se tensa, pero no consigo cortarla.
Hay un instante en el aire, no nombrado,
entre mis vértices y tus escápulas,
carbonizándose mudo en cada giro improvisado.
Hay un vil recato, más que bastón, garrote,
en el que apoyo mi temple para atravesarlo despacio.
Hay una cuchilla afilada por la que camino a diario,
decapitadora de sueños mientras finge que acaricia.
Hay una silla vacía en el lagrimal del silencio
que me invita a que me vaya
o a que me empadrone en sus fauces.
Residir en el lado amargo de la derrota
en la cara amable del desconsuelo
en las líneas de las manos del viento del norte.
Y brindar por otra noche que evoque
un instante hecho de humo
que perjudica seriamente la salud
y se esfuma entre los dedos.
lunes, 18 de mayo de 2015
Y ahora ¿qué?
No confío en los finales fáciles, en el dolor agradable,
en las despedidas alegres diciendo adiós desde la ventana.
En el caminar sobre ruedas, en las aguas tranquilas
ni en las esquinas redondas.
No confío en ningún para siempre, en palabras huecas
ni en los rostros sin arrugas
de risa o preocupación.
En el silencio pactado ni en el ruido forzado, en el devenir,
en el ya veremos ni en el ya lo haremos.
No confío en la estadística, en los discursos,
en los apretones de manos equidistantes a las corbatas.
No confío en la suerte porque siempre llega tarde,
en los vendedores de humo,
en los ladrones de estabilidad,
en los magnates de cifras
en los traficantes de sueños.
No confío en los criaderos de mentiras
donde les alargan las patas
y se vuelven más sofisticadas.
¿Qué vas a venderme ahora
que no se escurra entre los dedos,
que no caduque,
ni lleve un mensaje bomba en la cara B?
No confío. Ni lo intentes.
en las despedidas alegres diciendo adiós desde la ventana.
En el caminar sobre ruedas, en las aguas tranquilas
ni en las esquinas redondas.
No confío en ningún para siempre, en palabras huecas
ni en los rostros sin arrugas
de risa o preocupación.
En el silencio pactado ni en el ruido forzado, en el devenir,
en el ya veremos ni en el ya lo haremos.
No confío en la estadística, en los discursos,
en los apretones de manos equidistantes a las corbatas.
No confío en la suerte porque siempre llega tarde,
en los vendedores de humo,
en los ladrones de estabilidad,
en los magnates de cifras
en los traficantes de sueños.
No confío en los criaderos de mentiras
donde les alargan las patas
y se vuelven más sofisticadas.
¿Qué vas a venderme ahora
que no se escurra entre los dedos,
que no caduque,
ni lleve un mensaje bomba en la cara B?
No confío. Ni lo intentes.
martes, 12 de mayo de 2015
Propósitos
Hoy me siento en el deber inexcusable de esconderme
quise decir, más bien, de resguardarme
de la tormenta que me acecha y cuando escampe
chapotear sobre los charcos de la ausencia.
Paréntesis, instantes a cobijo
del frío que se acerca en la tangente
y hiela en la distancia de unos ojos.
Sin versos que abriguen los momentos
saberme vulnerable a la derrota
y al mundo que con ella se perfila.
y al mundo que con ella se perfila.
Parapetarme con letras y papeles
y dejar que llueva a mares
con mis armas, tinta y besos,
en el arca.
Voy a remar por tu mar entero
para beberme la sal
que aconsejaba la huida.
sábado, 9 de mayo de 2015
Con el colador al aire
Me gusta pensar que nada me duele
que la realidad carraspea antes de sobresaltarnos
que arreglaré cada juguete que se rompa en el camino
que todo irá bien.
Pero me duele
la realidad toma pastillas para la garganta
y no tengo herramientas para arreglarlo todo.
Dejaré que se cure al aire
sin ponerme otro parche que tape la herida.
De tantos parches que puse
me convertí en colador y no me dí cuenta.
que la realidad carraspea antes de sobresaltarnos
que arreglaré cada juguete que se rompa en el camino
que todo irá bien.
Pero me duele
la realidad toma pastillas para la garganta
y no tengo herramientas para arreglarlo todo.
Dejaré que se cure al aire
sin ponerme otro parche que tape la herida.
De tantos parches que puse
me convertí en colador y no me dí cuenta.
sábado, 2 de mayo de 2015
La maldición
Maldigo el día en que no me queden fuerzas
para seguir queriendo gritar
para seguir buscándome
para escribir
o planear otro vuelo sin motor
en el que poder planearte.
Maldigo el día en que no sepa marcharme a tiempo
si la soledad vuelve para bailar conmigo
o vacíe mis bolsillos al llegar a casa
y no me queden tickets para otro paseo en tus orillas.
Maldigo el día en que tenga las manos tan ocupadas
que no pueda a(tenderte)
y la vista tan cansada
que sólo mire mi ombligo.
Maldigo el día en que me olvide de la gente que quiero
o de las palabras para disculparme o dar las gracias
como ese alzheimer social
que vive en la puerta de al lado.
Maldigo el día en que me resigne
creyendo que para volar alto después tendré que reptar
o lleguen los monstruos tragacolores
y me pillen con el cazamariposas enfundado.
Maldigo el día en que no se derrita el invierno
con el calor de unos besos
y el contacto con la piel
deje de ser mi amuleto.
Maldigo el día en que ya no sea,
ya no lo sea,
no sea ya…
ya no sea yo.
martes, 28 de abril de 2015
No sé escribir un jodido poema de amor
No sé escribir sobre amor cuando lo intento
pero me sale sin querer cuando te miro
cuando adivino traviesa tu sonrisa
si jugaste a decir algo malvado.
Hablo de amor cuando acaricio
las líneas de tu vientre, terso y suave,
aún no castigado por los años,
y obedezco sin demora sus señales.
Cuando consigues que las sábanas se encharquen
y en ese tiempo no me importen los relojes,
verificar el contraste de tus labios
y encajar perfectamente entre tus piernas.
Dejar que me veas sin mirarme
que conozcas cada pliegue y cada anhelo
como no supo ver nadie en una vida
con la complicidad resbalando en cada poro.
No sé hablar de amor ni medir versos
porque amor es todo el tiempo que pasamos,
sin papeles ni presagio y en mi vuelo
seguir queriendo anidar entre tus brazos.
lunes, 27 de abril de 2015
Cuenta atrás
Ya estoy preparada.
Espero con calma el momento
de llenar mis días de horas libres
vaciar mi cuenta de estabilidad
aumentar la cola de los desahuciados
afilar mis zarpas de gata.
Para arañar un poco la vida
y mirar bajo la piel levantada.
Habitar sueños nuevos en distintas moradas
caminar otra vez a tu lado
con la vida en maletas y cajas.
Buscar otras fuentes que nos quiten la sed
… o inventarlas.
Volver a pensar qué queremos
para retar a la inercia estancada
para asustarla con las zarpas abiertas
y la cola… bien erizada.
Espero con calma el momento
de llenar mis días de horas libres
vaciar mi cuenta de estabilidad
aumentar la cola de los desahuciados
afilar mis zarpas de gata.
Para arañar un poco la vida
y mirar bajo la piel levantada.
Habitar sueños nuevos en distintas moradas
caminar otra vez a tu lado
con la vida en maletas y cajas.
Buscar otras fuentes que nos quiten la sed
… o inventarlas.
Volver a pensar qué queremos
para retar a la inercia estancada
para asustarla con las zarpas abiertas
y la cola… bien erizada.
Mamá quiero dejar de ser tan intensa
Está tronando, y no consigo concentrarme. Creí que era el marco ideal para sacar de paseo mis miserias y exponerlas después chorreando como un canto a ese dolor que rescato cada día para que no se atasque en mis arterias, para limpiarlas de él como si fuese colesterol, pero nada brota. Quiero dejar de ser tan intensa porque todos los días no se puede sangrar, porque tengo aburrido a mi perro, porque por mucho que dejo que las manos se muevan, el estómago digiere más lento. Quiero dejar de ser tan intensa porque me mareo, porque hoy reniego de un transcurrir de días tranquilos con los ojos templados y la tinta seca. Porque lo quiero todo. Porque quiero explorar fuera y dentro, ponerme al límite, beber de la tormenta y de los floreros. No despedirme, quedarme al acecho de cada mirada y cada palabra. Robarle al silencio cualquier momento impreciso y llenarlo de mí, convertirlo en un poema...no aburrir tanto al perro. Caminar por tu sonrisa sin cansancio, disolver todos los lunes del año en un vaso y tomármelos con un antiácido. Hacer mudanza de sueños al menos una vez por semana reflejando las señas en cada verso, y sacarme el carnet de donante de adrenalina. Pero hoy diluvia y nada brota, y tengo aburrido a mi perro. Quiero dejar de ser tan intensa, ir al gimnasio y dejar de fumar.
jueves, 23 de abril de 2015
Garabatos
Garabatos. Puedo pintar garabatos, que apunten a un sueño, sin pulir, a un alma que no termina de asomar porque tiene complejo de iceberg. Pero serán sólo eso. Ligeros esbozos que van abriendo agujeritos por los que se cuela la sed de sentir sin restricciones. Se tropieza y se tapona, y no termina de fluir. Hay demasiada sed roma. Voy a beberme todas las ganas que quepan en un tercio tras otro, hasta que se me atraganten las fuerzas que coleccioné sin saber para ahogarme.
viernes, 17 de abril de 2015
SOY UNA EXHIBICIONISTA
Soy una exhibicionista.
Hace tiempo que me aburren las conversaciones sobre el clima,
y las que pasan de puntillas por la última portada del periódico,
o peor aún, de la prensa rosa.
¿Hola?
Soy una exhibicionista porque
cuando escribo enseño las tripas
y elimino la tercera persona
buceando en lo más hondo
para vaciarlo a tus pies.
Soy una exhibicionista de dudas, de miedos,
de amores y desamores
de pérdidas y de reencuentros…
hasta en la tercera fase.
Porque no quiero llenar el espacio
diciéndote lo que comí ayer
o si voy a dejar de fumar,
si no es porque fuese a dejar de fumarte.
Me dan igual la caída de las hojas de los árboles
o la manera en que vuelan los pájaros.
No presto atención al olor de la primavera
si no está envuelto en tu olor
ni escucho el murmullo del mar
si no dice algo que pueda interpretar como mío.
No voy a esbozar un poema contando los versos
las sílabas, las rimas, olvidando qué quise decir
diluyendo lo que sale de dentro
para buscar una forma o un ritmo.
El ritmo lo marcan las teclas,
los latidos de lo que escribo
mientras vierto en la pantalla
cada palabra que sangro sin gabardina…
porque soy una exhibicionista.
Que vengan los afamados poetas
y sus harenes de musas,
a meterme en la cárcel
por escándalo público.
martes, 14 de abril de 2015
Habitándote
Hoy me he caído en la vida
y se han arañado mis fuerzas
tratando de frenar el golpe.
Magulladas ya las ganas
de seguir buscando el resorte
donde activar la mecánica del día,
vuelvo a casa.
Regreso con la sonrisa herida,
encharcada de nubarrones
que respiré esta mañana.
Cae la tarde y no ha despejado,
pero vuelvo a casa para pedirte
que laves mis penas a lametazos.
Para buscar cobijo en tu pecho
porque sólo eso, amor,
consigue sacarme a flote
cuando vuelvo malherida
de cualquier naufragio cotidiano.
Vuelvo a casa para acostarme a tu lado
remendadas ya las velas
con la tirita de un beso.
Acaso mañana sea yo
quien zurza pedazos
o lama tus heridas si te caes,
desinfectando el hastío.
Pero volver a ti siempre
a la casa que es tu piel,
descansar en ella, sobre ella,
en el único lugar donde todo flota.
y se han arañado mis fuerzas
tratando de frenar el golpe.
Magulladas ya las ganas
de seguir buscando el resorte
donde activar la mecánica del día,
vuelvo a casa.
Regreso con la sonrisa herida,
encharcada de nubarrones
que respiré esta mañana.
Cae la tarde y no ha despejado,
pero vuelvo a casa para pedirte
que laves mis penas a lametazos.
Para buscar cobijo en tu pecho
porque sólo eso, amor,
consigue sacarme a flote
cuando vuelvo malherida
de cualquier naufragio cotidiano.
Vuelvo a casa para acostarme a tu lado
remendadas ya las velas
con la tirita de un beso.
Acaso mañana sea yo
quien zurza pedazos
o lama tus heridas si te caes,
desinfectando el hastío.
Pero volver a ti siempre
a la casa que es tu piel,
descansar en ella, sobre ella,
en el único lugar donde todo flota.
martes, 31 de marzo de 2015
LA CONDICION
Hoy ha sonado el teléfono. Ha sido una sorpresa después de tantos meses de silencio. Estaba en la cocina, y al ver la llamada el estómago ha hecho una acrobacia que me río yo de los del circo del sol. Que sentía no haber podido llamarme en este tiempo y para saber cómo estoy…y no sé qué decirle. Para sangrar cómo está…y no sé qué decirle. Que me podría despedir-me dijiste-que podría verte en un cuerpo que ya no era el tuyo y compartir silencios cogiendo tu mano. Que podría acompañarte hasta el final, hasta la puerta, hasta donde hacía ya mucho tiempo no habías dejado pasar a nadie. Y lo hice. La condición era cuidar de los tuyos. Y no he podido hacerlo.
Yo también le he confesado que odio los catorce de febrero, que tuve que pedir ayuda para desbloquear el dolor y dejarlo salir a borbotones de tinta. Que tú también escribías- me ha dicho- como si no lo supiera, como si no hubiéramos intercambiado textos hace ya tanto tiempo. Que habías empezado a escribir un libro y que tiene guardadas las hojas, pero no encuentra fuerzas para leerlo. Y me he mordido la lengua para no pedírselo con la condición de terminarlo. Porque tus finales siempre eran felices y en mis manos se estropearía.
Que me va a dar tus fotos-me dijo-Las de la época del instituto, cuando todavía eras la que yo recuerdo, la que trajo la confusión a mi orden aparente y lo cambió todo, con la condición de que no me olvide que ella está ahí, que me deje cuidar…pero no sé hacerlo.
-“Cuídate”, “tú también”, “nos vemos pronto”-…y he colgado. Y me he sorprendido a mí misma porque no me ha temblado la voz, he creído que la costra estaba fuerte, y he seguido mis quehaceres. Después he notado el sabor salado de las lágrimas, sin acrobacias en el estómago, deslizándose en silencio, mezclándose con los cacharros que enjabonaba. He vuelto a notar el dolor que dejó tu ausencia. Y me lo he permitido. Con una condición: coger este folio y dejarlo salir, a borbotones de tinta.
Hoy ha sonado el teléfono. Ha sido una sorpresa después de tantos meses de silencio. Estaba en la cocina, y al ver la llamada el estómago ha hecho una acrobacia que me río yo de los del circo del sol. Que sentía no haber podido llamarme en este tiempo y para saber cómo estoy…y no sé qué decirle. Para sangrar cómo está…y no sé qué decirle. Que me podría despedir-me dijiste-que podría verte en un cuerpo que ya no era el tuyo y compartir silencios cogiendo tu mano. Que podría acompañarte hasta el final, hasta la puerta, hasta donde hacía ya mucho tiempo no habías dejado pasar a nadie. Y lo hice. La condición era cuidar de los tuyos. Y no he podido hacerlo.
Yo también le he confesado que odio los catorce de febrero, que tuve que pedir ayuda para desbloquear el dolor y dejarlo salir a borbotones de tinta. Que tú también escribías- me ha dicho- como si no lo supiera, como si no hubiéramos intercambiado textos hace ya tanto tiempo. Que habías empezado a escribir un libro y que tiene guardadas las hojas, pero no encuentra fuerzas para leerlo. Y me he mordido la lengua para no pedírselo con la condición de terminarlo. Porque tus finales siempre eran felices y en mis manos se estropearía.
Que me va a dar tus fotos-me dijo-Las de la época del instituto, cuando todavía eras la que yo recuerdo, la que trajo la confusión a mi orden aparente y lo cambió todo, con la condición de que no me olvide que ella está ahí, que me deje cuidar…pero no sé hacerlo.
-“Cuídate”, “tú también”, “nos vemos pronto”-…y he colgado. Y me he sorprendido a mí misma porque no me ha temblado la voz, he creído que la costra estaba fuerte, y he seguido mis quehaceres. Después he notado el sabor salado de las lágrimas, sin acrobacias en el estómago, deslizándose en silencio, mezclándose con los cacharros que enjabonaba. He vuelto a notar el dolor que dejó tu ausencia. Y me lo he permitido. Con una condición: coger este folio y dejarlo salir, a borbotones de tinta.
La colada
Aquel día notó un olor extraño en su desván. Miró a su alrededor pero todo estaba en orden, su micromundo perfectamente colocado: los armarios, las pilas de libros, los bolígrafos, los relojes…
Se sentó en la cama y buscó con la mirada entre los rincones, esperando encontrar una pista, pero todo le devolvía un guiño reluciente. Al fondo del cuarto, vio la puerta entreabierta que daba al baño y al cuartito de la lavadora, y entonces lo supo: Hoy tocaba hacer la colada. Llevaba tiempo posponiéndolo, porque la lavadora le causaba pavor. Podía montar en globo y pincharlo, saltar sin paracaídas, jugar a la ruleta rusa con el cargador repleto…pero la lavadora…¡era un monstruo con dientes dispuesto a devorarlo vivo! Suspiró. Cogió una libreta de la mesilla y se dispuso a no postergarlo más. Iba a apuntar una a una las prendas que desde hace tanto tiempo pedían a gritos ser lavadas:
Uno: Lavar mi sonrisa, que ha tomado un regusto ácido con el paso de los años y de sonreír sin ganas.
Dos: Lavar mi mirada, cubierta por un velo sucio tejido de desencuentros y huidas forzadas.
Tres: Lavar mi memoria, apelmazada de recuerdos dolorosos y áspera de alfileres en la amígdala.
Cuatro: Lavar mis rodillas de tantas caídas en toboganes de sueños en parques de la infancia, de la adolescencia y de hace un rato.
Cinco: Lavar la tristeza y echar litros de suavizante, para diluirla y que huela bien, a tristeza limpia y suave, de la que acompaña en silencio y tiñe los días de una melancolía casi agradable, indiscutiblemente necesaria.
Seis… Hizo un tachón. “No, eso no”. “No voy a lavarme las manos. Eso nunca. Seguiré haciendo malabares con la vida, encajando encuentros y distancias, despedidas, silencios, huidas, alfileres, recuerdos, rodillas, caídas, tus brazos, tristezas, miradas…”
Pero malabares con las manos conscientes, presentes, conocedoras de lo que tocan, lo que acarician y lo que raspa, lo que se clava, lo que se astilla, lo que contienen y lo que pierden, lo que se muestra y lo que se tapa. Malabares con la vida sí, pero con las palmas hacia arriba, sin tejer excusas, sin temer consecuencias… sin retirarlas.
El olor extraño se evaporó. Hubiera jurado en ese momento que era olor a podrido. El olor inconfundible que dejan los que cuando deciden hacer la colada se lavan las manos y miran hacia otro lado.
Se sentó en la cama y buscó con la mirada entre los rincones, esperando encontrar una pista, pero todo le devolvía un guiño reluciente. Al fondo del cuarto, vio la puerta entreabierta que daba al baño y al cuartito de la lavadora, y entonces lo supo: Hoy tocaba hacer la colada. Llevaba tiempo posponiéndolo, porque la lavadora le causaba pavor. Podía montar en globo y pincharlo, saltar sin paracaídas, jugar a la ruleta rusa con el cargador repleto…pero la lavadora…¡era un monstruo con dientes dispuesto a devorarlo vivo! Suspiró. Cogió una libreta de la mesilla y se dispuso a no postergarlo más. Iba a apuntar una a una las prendas que desde hace tanto tiempo pedían a gritos ser lavadas:
Uno: Lavar mi sonrisa, que ha tomado un regusto ácido con el paso de los años y de sonreír sin ganas.
Dos: Lavar mi mirada, cubierta por un velo sucio tejido de desencuentros y huidas forzadas.
Tres: Lavar mi memoria, apelmazada de recuerdos dolorosos y áspera de alfileres en la amígdala.
Cuatro: Lavar mis rodillas de tantas caídas en toboganes de sueños en parques de la infancia, de la adolescencia y de hace un rato.
Cinco: Lavar la tristeza y echar litros de suavizante, para diluirla y que huela bien, a tristeza limpia y suave, de la que acompaña en silencio y tiñe los días de una melancolía casi agradable, indiscutiblemente necesaria.
Seis… Hizo un tachón. “No, eso no”. “No voy a lavarme las manos. Eso nunca. Seguiré haciendo malabares con la vida, encajando encuentros y distancias, despedidas, silencios, huidas, alfileres, recuerdos, rodillas, caídas, tus brazos, tristezas, miradas…”
Pero malabares con las manos conscientes, presentes, conocedoras de lo que tocan, lo que acarician y lo que raspa, lo que se clava, lo que se astilla, lo que contienen y lo que pierden, lo que se muestra y lo que se tapa. Malabares con la vida sí, pero con las palmas hacia arriba, sin tejer excusas, sin temer consecuencias… sin retirarlas.
El olor extraño se evaporó. Hubiera jurado en ese momento que era olor a podrido. El olor inconfundible que dejan los que cuando deciden hacer la colada se lavan las manos y miran hacia otro lado.
La carta
Llevo varios meses pensando en escribirte, pero por un motivo u otro van pasando los días y me dejo seducir por la cómoda rutina, la estabilidad calmada y los cajones llenos de asuntos pendientes. Al fin he reunido las fuerzas, y he cogido este folio para volver a contarte de qué manera se van sucediendo las cosas desde que no estás. Porque te sigo echando de menos.
Últimamente paso parte del tiempo en una cuerda floja. Me asomo suavemente al abismo que se dibuja bajo mis pies y el vértigo hace que retroceda. Cuando me quiero dar cuenta, estoy otra vez en ella. Hay una guerra declarada entre el mareo y la adrenalina. He comprado pastillas para el mareo. Sé que acabaré vomitando, pero el precipicio me atrae con fuerza. Desde la última vez que nos vimos, he perdido el miedo a los espejos. No retiro la mirada y puedo ver hacia dentro, más allá de lo que recubre la carne, atravesando la sangre y los huesos. Ahora tengo espejos en blanco por toda la casa. Voy a clases de voz para hacerme oír y de miradas para hacerme ver. Creo que las transparencias sólo sientan bien en verano. He aprendido a dejarme abrazar sin convertirme en estatua y a besar a las personas que quiero. Cada vez me gusta más la artesanía. Moldeo barro y doy forma a emociones. A veces debo excavar mucho para conseguir un barro firme, pero siempre acabo encontrándolo. Cuando logras forjar la emoción y se hace visible, merece la pena haber sudado y haberte manchado un poco las manos. Una vez por semana excarcelo miedos. Con el tiempo he conseguido indultarlos y lo alterno con primeros auxilios, por si alguno se pusiera bravucón cuando sale de su celda. Combino estas actividades con un curso de buceo. Invierto horas en sumergirme sin bombona en aguas espesas de otros momentos y nado entre los recuerdos. Pero ya no temo a los monstruos. Ahora, nado con ellos.
Últimamente paso parte del tiempo en una cuerda floja. Me asomo suavemente al abismo que se dibuja bajo mis pies y el vértigo hace que retroceda. Cuando me quiero dar cuenta, estoy otra vez en ella. Hay una guerra declarada entre el mareo y la adrenalina. He comprado pastillas para el mareo. Sé que acabaré vomitando, pero el precipicio me atrae con fuerza. Desde la última vez que nos vimos, he perdido el miedo a los espejos. No retiro la mirada y puedo ver hacia dentro, más allá de lo que recubre la carne, atravesando la sangre y los huesos. Ahora tengo espejos en blanco por toda la casa. Voy a clases de voz para hacerme oír y de miradas para hacerme ver. Creo que las transparencias sólo sientan bien en verano. He aprendido a dejarme abrazar sin convertirme en estatua y a besar a las personas que quiero. Cada vez me gusta más la artesanía. Moldeo barro y doy forma a emociones. A veces debo excavar mucho para conseguir un barro firme, pero siempre acabo encontrándolo. Cuando logras forjar la emoción y se hace visible, merece la pena haber sudado y haberte manchado un poco las manos. Una vez por semana excarcelo miedos. Con el tiempo he conseguido indultarlos y lo alterno con primeros auxilios, por si alguno se pusiera bravucón cuando sale de su celda. Combino estas actividades con un curso de buceo. Invierto horas en sumergirme sin bombona en aguas espesas de otros momentos y nado entre los recuerdos. Pero ya no temo a los monstruos. Ahora, nado con ellos.
lunes, 23 de marzo de 2015
INSPIRACIÓN DESDE HEMISFERIO IZQUIERDO
Buscar la inspiración en un instante no pensado
en un lugar extraño y en una emoción neutra.
Buscar que la mano se deslice como una gota de agua
perdida hacia el borde de lo tangible
para lanzarse y chocar en la nada
o estrellarse en lo sabido,
como en los besos.
Como en los versos-besos
como en los besos tras los versos
como una gota lágrima.
La misma mirada
misma cadencia
la misma pátina nostalgia y almendra.
Desprenderme de la piel y buscar las alas
dejar la ropa vieja arrugada en algún recodo
cambiar la melodía que fue banda sonora
e improvisar un jazz irreverente.
Que hoy para las musas
sea día de mudanza
del consabido hemisferio
que planificó mis versos
y cuadriculó mi vida.
en un lugar extraño y en una emoción neutra.
Buscar que la mano se deslice como una gota de agua
perdida hacia el borde de lo tangible
para lanzarse y chocar en la nada
o estrellarse en lo sabido,
como en los besos.
Como en los versos-besos
como en los besos tras los versos
como una gota lágrima.
La misma mirada
misma cadencia
la misma pátina nostalgia y almendra.
Desprenderme de la piel y buscar las alas
dejar la ropa vieja arrugada en algún recodo
cambiar la melodía que fue banda sonora
e improvisar un jazz irreverente.
Que hoy para las musas
sea día de mudanza
del consabido hemisferio
que planificó mis versos
y cuadriculó mi vida.
jueves, 12 de marzo de 2015
La llave
Puedo girar la llave.
Abrir otra puerta y dejarla entreabierta.
Sentarme a esperar y ver qué sucede
o abrirla de un golpe.
Puedo jugar con corrientes de aire
que caprichosas la entornen,
la empujen...
mirar de soslayo para ver recortes.
Imaginar todo el plano.
Pillarme los dedos.
Volver a cerrarla.
Llamar despacito
sangrar los nudillos
reventar cerraduras
o echar el candado.
Pero odio las llaves.
De par en par todas las puertas
y mi vista...
hasta donde alcance.
Abrir otra puerta y dejarla entreabierta.
Sentarme a esperar y ver qué sucede
o abrirla de un golpe.
Puedo jugar con corrientes de aire
que caprichosas la entornen,
la empujen...
mirar de soslayo para ver recortes.
Imaginar todo el plano.
Pillarme los dedos.
Volver a cerrarla.
Llamar despacito
sangrar los nudillos
reventar cerraduras
o echar el candado.
Pero odio las llaves.
De par en par todas las puertas
y mi vista...
hasta donde alcance.
lunes, 9 de marzo de 2015
Realidades
Vuelvo a la realidad de manera intermitente.
La realidad me gusta, pero cuando me transporto siento que podría despegar.
En el segundo en que se me olvida dónde estoy,
faltan unos milímetros para dar el paso,
pero no lo doy nunca.
La fantasía es engañosa, intangible,
no se puede acariciar la nada.
A escasos milímetros de la acción,
me asalta el vértigo y necesito escapar.
Y entonces vuelvo.
Y está bien, y me congratulo por haber detenido el espacio...
unos instantes.
Enseguida noto desde los pies
cómo vuelven las ganas de despegar
en otro vuelo perfecto sin motor
directa al abismo del autoengaño.
La realidad me gusta, pero cuando me transporto siento que podría despegar.
En el segundo en que se me olvida dónde estoy,
faltan unos milímetros para dar el paso,
pero no lo doy nunca.
La fantasía es engañosa, intangible,
no se puede acariciar la nada.
A escasos milímetros de la acción,
me asalta el vértigo y necesito escapar.
Y entonces vuelvo.
Y está bien, y me congratulo por haber detenido el espacio...
unos instantes.
Enseguida noto desde los pies
cómo vuelven las ganas de despegar
en otro vuelo perfecto sin motor
directa al abismo del autoengaño.
viernes, 6 de marzo de 2015
Entre líneas
Siempre me costó leer entre líneas.
La empatía me salvaba en las interacciones, o me ahogaba en ellas, pero me costaba entender los sí pero no, los bien pero mal y los luego luego.
Lo más difícil era el digo una cosa pero hago la contraria (o al revés)
y me mataban los puntos suspensivos.
La suspendida siempre era yo, entre mi mente y las suyas.
Suspensa en adivinar, raspadito en deducción, ni lo intentes en interpretación .
Siempre quise saber por qué nos complicábamos tanto con metáforas, subterfugios y contradicciones, por qué hacemos de lo sencillo una tragedia, y de lo directo una telenovela.
Sin darme cuenta, en algún momento que no logro recordar, algo debió hacer clic, y me descubrí escribiendo entre líneas.
Creo que al final, lo he entendido.
El miedo siempre se acerca dando un rodeo.
lunes, 2 de marzo de 2015
La coartada
Yo tenía una coartada perfecta.
Podía invocar a la inocencia y sangrar versos
podía reflejar el miedo
y hasta exportarlo.
Podía reventarme contra el muro
airado y firme del desengaño
o de un rechazo...
y levantarme.
Podía descubrir mundos enteros
apenas perfilados en unos ojos
o hacer de una caricia
la obra de arte más perfecta.
Podía cabalgar en dudas eternidades
y abrevarlas con preguntas sin respuesta.
Podía alardear de ser inestable
y hacer del desconsuelo mi bandera.
Yo tenía una coartada perfecta...
que perdí en algún lugar
mientras crecía.
Podía invocar a la inocencia y sangrar versos
podía reflejar el miedo
y hasta exportarlo.
Podía reventarme contra el muro
airado y firme del desengaño
o de un rechazo...
y levantarme.
Podía descubrir mundos enteros
apenas perfilados en unos ojos
o hacer de una caricia
la obra de arte más perfecta.
Podía cabalgar en dudas eternidades
y abrevarlas con preguntas sin respuesta.
Podía alardear de ser inestable
y hacer del desconsuelo mi bandera.
Yo tenía una coartada perfecta...
que perdí en algún lugar
mientras crecía.
viernes, 27 de febrero de 2015
Quiero
Quiero que me envuelvas en tu cuerpo
que me ates con tus brazos
que me dicten tus latidos lo que puedo darte
que me desvelen tus ojos cada secreto que guardas
que tus suspiros me acunen
que tu espalda no sea un adiós
que tus manos dibujen el camino para llegar hasta ti
que tu risa no se apague entre mis labios
que el tiempo no nos conduzca a la monotonía amarga
que el desengaño se pierda y no nos encuentre...
que la voz del mar sea nuestra canción
que las miradas de fuera no se interpongan en lo que sale
de dentro
que la cama no sea nunca un abismo
que la dulzura de tus besos disipe la niebla que me había
envuelto.
Solo quiero que me abraces
para musitar en tu hombro...
que no me dejes.
martes, 24 de febrero de 2015
Bálsamo y cura
Tal vez hoy me envuelva el silencio
que siempre fue mi caballo de madera y mi escudo
mi billete a países lejanos en los que sólo yo paseaba
mi salvavidas y mi entrada de cine
mi colchón hecho de bruma
mi lugar seguro.
Tal vez hoy de nuevo le silbe para que vuelva a inventarme
para que me acompañe por rugosos momentos
de los que te arañan la piel con las esquinas del desencuentro y
la memoria de tantas espaldas.
Puede que hoy le ofrezca una cita
para que me sacuda el polvo si alguna vez me he arrastrado
y me cure las rodillas de algún mal aterrizaje
lejos de tus brazos.
Tal vez hoy mida en silencio
los minutos de día
el discurrir de una idea
la cadencia de un recuerdo.
Y lo evoque así
para que sea bálsamo y cura del caminar
con dolor en los huesos
y en los zapatos.
que siempre fue mi caballo de madera y mi escudo
mi billete a países lejanos en los que sólo yo paseaba
mi salvavidas y mi entrada de cine
mi colchón hecho de bruma
mi lugar seguro.
Tal vez hoy de nuevo le silbe para que vuelva a inventarme
para que me acompañe por rugosos momentos
de los que te arañan la piel con las esquinas del desencuentro y
la memoria de tantas espaldas.
Puede que hoy le ofrezca una cita
para que me sacuda el polvo si alguna vez me he arrastrado
y me cure las rodillas de algún mal aterrizaje
lejos de tus brazos.
Tal vez hoy mida en silencio
los minutos de día
el discurrir de una idea
la cadencia de un recuerdo.
Y lo evoque así
para que sea bálsamo y cura del caminar
con dolor en los huesos
y en los zapatos.
domingo, 22 de febrero de 2015
Cocinar a fuego lento
Estamos hechos de
miedo.
Piernas de miedo a
cruzar la línea
pies de temor a
cambiar el paso
manos de miedo a
deshacer el nudo
de la venda que
llevamos.
Estamos hechos de
miedo.
Ojos de miedo a mirar
de frente
boca de temor a
equivocarnos
manos de miedo a
romper las normas
que un tiempo antes
acariciamos.
Tejidos de
obligaciones e hilvanados con recelos
cosidos a puñetazos ,
rematados con desvelos.
Estamos hechos de
miedo.
Con la dosis justa de
diazepam
y cocidos a fuego
lento
en miles de moldes de
barro
con nuestros propios infiernos.
jueves, 19 de febrero de 2015
Redes
Es más firme mi enfermedad que el virus de los recuerdos,
que no me inmuniza ni me previene.
Volveré a caer de lleno.
Y lo sé.
La enfermedad del error está programada en mis redes neuronales,
instalada en mi sangre, tatuada en mis huesos.
Si errar es humano, re-equivocarse es mi ADN.
Y aún así, sobrevivo.
Un circuito cerrado predice la activación de otro lapsus,
antiguas creencias en todo, menos en lo cierto,
que me impulsan a estrellarme repetidamente contra un muro.
Y aún así, conservo el impulso
...algo.
Si pensé que el agua se colaba entre los dedos
por mi incapacidad para retenerla,
resultó que el agua tenía su propio curso.
Y aún así, me queda orgullo
...poco.
Voy a re-equivocarme hasta la saciedad,
pero con el interruptor de mis redes bien cogido.
Y si aún así, me electrocuto
... habrá valido la pena.
miércoles, 18 de febrero de 2015
NO EXISTIR CERCA
Por favor, no molestar.
Apenas me sobran unos segundos al día,
ocupada en mis pensamientos, mis superproducciones
y mis distancias.
Os observo.
Por favor, no tocar la línea invisible
que he trazado a mi alrededor
para mantenerme a salvo de la estupidez.
Os estudio.
Por favor, no abrir la boca.
Habéis fusilado el sentido común
pero siempre os quedan más balas.
No escupirlas en mi trocito del mundo.
Os descarto.
Por favor, no existir cerca.
No me quedan más islas desiertas
donde mandaros a no molestar.
Os lo ruego.
Apenas me sobran unos segundos al día,
ocupada en mis pensamientos, mis superproducciones
y mis distancias.
Os observo.
Por favor, no tocar la línea invisible
que he trazado a mi alrededor
para mantenerme a salvo de la estupidez.
Os estudio.
Por favor, no abrir la boca.
Habéis fusilado el sentido común
pero siempre os quedan más balas.
No escupirlas en mi trocito del mundo.
Os descarto.
Por favor, no existir cerca.
No me quedan más islas desiertas
donde mandaros a no molestar.
Os lo ruego.
martes, 17 de febrero de 2015
Sol solito
Dile al día que acaso los inviernos son más cortos cuando sale el sol
y calienta las manos, las penas y los pantalones.
Siempre sale, aunque sea a dar una vuelta corta...
entre su casa y la mía apenas hay unos millones de años luz.
Y le espero cada mañana de invierno, y aún cada noche,
no vaya a ser que en un despiste se pasara de largo mi puerta.
Dile al día que no agonice de sol rojo hacia la tarde sin avisar,
porque a veces me despisto con alguna intrascendencia
y llego tarde para recoger cada gota del rojo sangre de tantas voces
y grabar en mi retina el reflejo que hace en el cielo la sangre que sale del alma.
Dile al día que no importa, si hace frío o llueve afuera,
o si hoy está nublado porque se pasó de largo mi puerta.
Porque sé que todo gira, y que a la próxima vuelta,
sol cabrón, te estaré esperando para que sangres
hasta la última gota.
domingo, 15 de febrero de 2015
Juego de luces
Claroscuros.
Contrastes y perspectivas imposibles.
Depende de cuándo, depende de quién.
Juegos de luces, incidencias y sombras.
Depende de dónde, depende de qué.
Las ilusiones ópticas me aburren,
lo que tenga que ser, que sea sin peros,
sin anestesia.
He tirado certezas como piedras
para fundir todas las luces.
Contrastes y perspectivas imposibles.
Depende de cuándo, depende de quién.
Juegos de luces, incidencias y sombras.
Depende de dónde, depende de qué.
Las ilusiones ópticas me aburren,
lo que tenga que ser, que sea sin peros,
sin anestesia.
He tirado certezas como piedras
para fundir todas las luces.
Buitres
Encarcelado el deseo, desde tan cerca, tan lejos.
Se han congelado sus sueños, sumisos ante tu frialdad
impertérrita.
El recuerdo de tus besos anuncia hoy un derrumbamiento, un romance de corazones negros, podridos bajo la sórdida luna.
Nacarados cisnes acompañan la velada tras una cortina de
humo y después alzan el vuelo… ¡son buitres!
Llévale de la mano a la cama, entre edredones de plumas... su suavidad le traerá recuerdos de tiempos mejores, donde a la sombra de un deseo libre, te esperaba.
Proscrita la esencia de lo que es cada persona,
volverán a preguntar mientras dictan la respuesta.
viernes, 13 de febrero de 2015
Nieve
Hoy ha nevado en la acera de mi cuarto
y me he puesto la bufanda que tejieron otros besos.
Abonar con sal la esquina fría de mi silencio.
sal... en mis venas,
sal... en mis versos,
sal... en la herida,
sal... en la herida,
SAL...de mi vida.
jueves, 12 de febrero de 2015
Volutas de humo
A veces trato sólo
de dejarme sentir y notarlo.
Saber qué sucede aquí dentro.
No ceder a la inercia estable, inerte, vacía…
pero la tendencia me vence.
Y la consciencia se yergue para zarandear las garras de lo cotidiano,
y que se abran y suelten la risa, el vértigo, el llanto.
Saber qué sucede aquí dentro.
No ceder a la inercia estable, inerte, vacía…
pero la tendencia me vence.
Y la consciencia se yergue para zarandear las garras de lo cotidiano,
y que se abran y suelten la risa, el vértigo, el llanto.
A veces trato sólo de saber quién es la mujer del espejo
que duerme a tu lado todas las noches,
la que tiene las manos heladas de acariciar fantasmas
y no sabe cerrar el espacio con un beso.
Crece entonces la presión al emerger el bloqueo
que disloca el pensamiento y lo diluye,
de manera constante, sin llegar a nada
... como volutas de humo.
que duerme a tu lado todas las noches,
la que tiene las manos heladas de acariciar fantasmas
y no sabe cerrar el espacio con un beso.
Crece entonces la presión al emerger el bloqueo
que disloca el pensamiento y lo diluye,
de manera constante, sin llegar a nada
... como volutas de humo.
martes, 10 de febrero de 2015
Otros mundos
Saltar la verja de tu mirada
sin dejarme la piel, y tomar aire fresco
desde otro espacio sin techumbre.
Tumbarme en la hierba fresca
de alientos distintos, mirando las nubes, cielo,
de otros mundos.
Romper el grillete que me ataba al aire,
a tu nada, a las infinitas formas
de perder el tiempo,
y sangrarlo todo.
Y correr por los campos conquistados,
libre, sin hundirme en tus silencios...
descubriéndome.
sin dejarme la piel, y tomar aire fresco
desde otro espacio sin techumbre.
Tumbarme en la hierba fresca
de alientos distintos, mirando las nubes, cielo,
de otros mundos.
Romper el grillete que me ataba al aire,
a tu nada, a las infinitas formas
de perder el tiempo,
y sangrarlo todo.
Y correr por los campos conquistados,
libre, sin hundirme en tus silencios...
descubriéndome.
lunes, 9 de febrero de 2015
Astillas
Con astillas en la piel, esquirlas señalando
la inminente caída de una montaña de temple.
Me encontraba allí de pie,
frente a la vieja puerta de madera,
acariciando esa rugosa superficie
que hacía estragos en mi garganta.
Sí, es cierto.
Me estremecía al pensar si fue verdad,
Me estremecía al pensar si fue verdad,
porque allí estaba la dichosa puerta
que gritaba que te habías ido.
Como si de un sueño se tratase,
recordaba apenas unos fragmentos.
Y deseé haber echado brea a aquel momento
aún sabiendo que lo estropearía,
sólo para que al hacerse sólido
hubiese podido sentir que fue real.
domingo, 8 de febrero de 2015
Veneno
Qué tiene tu veneno que me lleva y me trae sin que pueda
negarme,
que me da la vuelta y me remueve, que acelera los latidos
y aprisiona el estómago.
Que quita el sueño, y la sed y el hambre,
que deja en los huesos y estrangula corazones.
Que acobarda, que envilece,
que derrite el cerebro, y la piel, y el cerebro…
que acompaña a la culpa,
que enmudece los sentidos.
Que construye una barrera entre quién soy y lo que quiero.
Que me da frío y calor, y agua salada, y sal en la vieja
herida.
Que sala, que amarga, que sangra…
Y entre medias tus dobleces, tus silencios, tus miradas,
tu tira y afloja, tus salidas triunfales, tus pausas
perfectas…tus distancias.
Y cuando me voy, no te vas, ocupando demasiado sin estar.
Y vuelve la duda, la rabia y el ansia,
el deseo mantenido, bloqueado y temeroso.
Desde hoy, buscaré el antídoto para esta sin razón…o me
explotarán las venas.
jueves, 5 de febrero de 2015
Vagones y Mazmorras
Me fijo en las caras unos segundos,
confundiéndose agresividad
con contacto en la distancia de unos ojos,
y con-tacto, me retiro.
Acarícian el suelo sucio,
vuelan aquí y allá
o se cubren con los párpados del cansancio,
como murallas miradas.
Cansadas, perdidas, vacías,
reflexivas, tristes, huidízas...
No se tocan.
Si acaso un niño, que aún no ha aprendido
que aprenderá a estar solo en compañía.
Asisto a la lucha por los sitios más aislados,
más alejados de la posibilidad de un roce,
o de un contacto con otra mirada o con otro cuerpo.
No vaya a transferirse el hastío a través de la piel
como corrientes eléctricas,
sentenciados a encontrarnos.
Donde la individualidad toma cuerpo
y crece la misantropía,
se gesta la indiferencia.
Cabalgamos cada día en vagones y mazmorras.
confundiéndose agresividad
con contacto en la distancia de unos ojos,
y con-tacto, me retiro.
Acarícian el suelo sucio,
vuelan aquí y allá
o se cubren con los párpados del cansancio,
como murallas miradas.
Cansadas, perdidas, vacías,
reflexivas, tristes, huidízas...
No se tocan.
Si acaso un niño, que aún no ha aprendido
que aprenderá a estar solo en compañía.
Asisto a la lucha por los sitios más aislados,
más alejados de la posibilidad de un roce,
o de un contacto con otra mirada o con otro cuerpo.
No vaya a transferirse el hastío a través de la piel
como corrientes eléctricas,
sentenciados a encontrarnos.
Donde la individualidad toma cuerpo
y crece la misantropía,
se gesta la indiferencia.
Cabalgamos cada día en vagones y mazmorras.
miércoles, 4 de febrero de 2015
Busco
Me digo que hoy busco quien soy,
pero no me creo, porque no me encuentro.
pero no me creo, porque no me encuentro.
Porque tengo miedo de saberlo, sin mí (ti).
Porque no me siento.
Porque no me siento.
Me digo que busco qué espero,
pero no espero ya hoy nada nuevo.
pero no espero ya hoy nada nuevo.
Que quiero mirar más allá
de lo que viaja en mi cuerpo y soy yo,
lo que no comprendo.
Descubro que atrapo el deseo
con un cazamariposas de miedos.
de lo que viaja en mi cuerpo y soy yo,
lo que no comprendo.
Descubro que atrapo el deseo
con un cazamariposas de miedos.
Sin pensarte , sin pensarme,
no se siente menos vértigo.
no se siente menos vértigo.
La nueva vida
Se precipita la nueva vida, los años venideros, los
desechos insospechados...
Y yo, medio equilibrista, intento subir un poco más alto
para ver desde arriba mi pena y reírme de nuevo de mí.
Seré como el más solitario de los rapaces, acechando otra
sonrisa tuya, pero mi estúpida necesidad de abrazarte
hace aguas en tus ojos.
Con el corazón empañado, derroche de lamentaciones...¡qué
demasía!
Quizás mi locuacidad me dará vela en otro entierro, pero
ahora yace muy por debajo de lo que yo quisiera.
Marchita ya, la templanza de aquellos momentos,
insoportables ahora, como ayer, esos recuerdos.
Sigo aquí, mientras las serpientes de mis sueños ocupan
tu lugar
y luego se deslizan dejando en la cama sólo un bulto que
tiembla.
No necesito más necedad, ni más insólitos juegos.
Tal vez gritar tu nombre no vaya a servir demasiado,
porque tu ausencia es más fuerte que cada lágrima mía.
Ya nada me parece mucho, nada va a llevarme a las
estrellas,
porque me asomé a los cimientos sobre los que está hecho
el mundo
y el frío ha calado mis huesos.
martes, 3 de febrero de 2015
La ley del Talión
Agitación, amargura, náuseas…
tal vez el vomitar este sueño sea la ley del Talión,
las reglas de la realidad que nos forja
y la caída desde un precipicio, más suave
que el dolor de otra despedida.
Tal vez suplicar una noche más a tu lado
sea pujar demasiado alto y volar demasiado bajo,
casi al ras de lo que ya obtuvimos,
mientras que la línea recta que separa mi petición
de tu vuelo, es un puente a la locura, al
interior de uno mismo, donde los recuerdos
abrasan y el vacío congela.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)